sábado, 16 de abril de 2011

Si yo pudiera ir ....a New York City








Si yo pudiera ir… a New York City
Si yo pudiera ir a Nueva York, recorrería cada rincón y no pararía hasta encontrar lo que busco. Hasta hace un tiempo “la ciudad que nunca duerme” no era precisamente uno de mis destinos favoritos para conocer, pero desde hace un par de años se ha ido transformando en una necesidad urgente por cumplir. Cuando menos lo imagino, mi inconsciente me vuelve a decir: “¡anda, anda!”.

Algo me dicta que no es para subirme al piso 86 del Empire State Building, y observar la isla de Manhattan y el río Hudson en todo su esplendor, ni para patinar sobre el hielo en el Central Park, cosa que me encantaría. No…, hay algo en mi interior que me impulsa a querer estar ahí, una poderosa fuerza que desea recuperar algo de mí, ese “que sé yo” que me falta. Sí!, algo que terminaría de completarme.

Quizás pasar una noche en el tradicional y lujoso Hotel Waldorf Astoria me haga recordar algo que tengo en mi memoria muy escondido. En una de esas, mi respuesta está en uno de los vitrales de la gótica Catedral San Patricio, en la Quinta Avenida, o el aroma de la comida asiática de la popular Chinatown me haga recordar el por qué debo ir a la capital del mundo.

Estando en New York, tengo la esperanza de que una de las tantas ardillas que se pasean por doquier, me sople al oído alguna frase, algún mensaje que me ayude a encontrar mi razón de ser, mi esencia que se quedó perdida en otra vida. En un sueño tuve la vívida imagen que mientras caminaba por el Times Square, una pantalla gigante de muchos colores me decía con todas sus letras lo que debo saber.

Si luego de tanto andar no encuentro mi tesoro personal, iría a hablar con la señora que tiene una gran antorcha en sus manos.  De seguro ella sabe lo que quiero, sino por qué me espera con esa sensación de haber alcanzado todo lo que quería, sí la Estatua de la Libertad debe saber mi secreto.

Cuando sienta la dicha de haber hallado la pieza del puzle que me falta, iría al Rockefeller Center y me compraría un recuerdo, algo que cuando lo vea sienta la victoria de lo alcanzado. Creo que una cartera Louis Vuitton o un traje Channel me andarían bien.

A modo de festejar mi descubrimiento, también disfrutaría de uno de los tantos espectáculos que la ciudad ofrece en la Avenida Broadway, y después quizás - a eso de las dos de la madrugada- y, a la más Sinatra, cantaría en pleno World Trade Center, “New York, New York”…, en compañía, claro.
  
Silvana Acuña Serón.

 01 julio, 2009.              

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