domingo, 17 de abril de 2011

Comentario del libro de Ouspensky

El pequeño libro ante mí no es extenso, media las cien páginas, de hojas macilentas, parece haber estado por mucho rato en un rincón, olvidado. En efecto, se titula “Psicología de la posible evolución del hombre”, su autor, Piotr Demiánovich Ouspensky, luego me enteraré, podría llamarse el más inteligente discípulo de Gurdjieff, expone al lector la transcripción de cinco conferencias dictadas entre 1921 y 1934, fecha en que fueron transcritas y que según sus palabras “que entregaban una idea general de aquello que estaba estudiando, además de las líneas de trabajo de ciertas personas que colaboraban conmigo”

Lo leí conferencia a conferencia, tomándome el resto de cada día para dar alguna vuelta a lo que había leído y terminar por experimentar una sensación de mucho sentido. Por tanto, las líneas que vienen son parte del resultado que de una u otra manera me permito consignar, tanto para tratar de comprender un poquito más, como para aquel que tenga ganas de leer algo que tal vez como a mí, le haga mucho sentido.

El hombre no es un ser completo (premisa o conocimiento básico) y por tanto necesitamos del propio esfuerzo, voluntad y ayuda suficiente para continuar en la senda del desarrollo, desarrollo de cualidades tanto como de características interiores, para convertirnos en un ser diferente, estado que muchos siquiera desean, pues nada saben acerca de ello y por tanto no están preparados para comprender. Es así como de esta comprensión dependerá, nos dice, lo que se puede lograr; adquirir nuevos poderes o las capacidades y características propias de un proceso de crecimiento personal, a saber, aceptarse, aceptar que no poseen estas capacidades que se nos muestran en el ser diferente, aceptar al cambio y todo lo que en sí comprende, re-conocernos, pues se trata de volver a conocer lo que ya se conoce, pero que la mayoría de las veces ocultamos a los demás, tanto y tan empecinadamente que hasta a nosotros mismos terminamos ocultando. Un ejemplo básico sería el de un chico que quiere pertenecer a la selección del equipo de basketbol, él juega, lleva un tiempo practicando por su cuenta, es de baja estatura y tiene algunos problemas de visión, cosa que le dificulta los tiros de distancia. En este caso nuestro chico no puede pretender, de buenas a primeras, convertirse en seleccionado, necesita corregir la irregularidad en su visión o aprender a salvarla, y entrenar duro para suplir su falta de estatura por la agilidad necesaria, pero para esto, lo primero a hacer es aceptar su estatura y no tratar de obviarla mintiéndose, lo mismo con la visión, pues la mentira, luego Ouspensky nos dirá, constituye uno de los obstáculos al autoconocimiento, nuestro autoestudio. Por tal, el hombre, el humano, debe aprender a aceptar que no posee muchas de las características o capacidades que cree, que no es un súper hombre, que no maneja sus sentimientos sino que ellos lo manejan a él, y que en general, no hace lo quiere sino lo que puede y que en última instancia, no se conoce a sí mismo, y por lo mismo, tampoco, a quienes pretende conocer en base al conocimiento propio. En fin, comprender, aceptar que acerca de muchas de las características que se arroga, justamente se las arroga mediante el autoengaño, la mentira, tanto a sí mismo como a los demás. Ante esto Ouspensky, es decir, para entender, conocer de aquellas características y capacidades y facultades insospechadas que puede lograr el hombre, y cuáles son aquellas que imagina poseer, nos propone comenzar por un conocimiento general del hombre o humano en sí mismo, aceptando que:

• El hombre no se conoce a sí mismo
• El hombre nada puede hacer, en realidad todo sucede
• El hombre es una máquina
• La idea de ser un solo yo, ser el mismo siempre, es nada más que ilusión, la cual proviene, tanto de que nos llamen siempre por el mismo nombre, de que poseemos hábitos, así como de que experimentamos similares sensaciones
• No se posee la conciencia ni la voluntad, siendo esta la cualidad más importante y engañosa al momento de creer conocerse

Nos explica que esta verdad es una forma de conocimiento, un conocimiento de sí mismo, de quienes, de dónde está, de lo que sabe, lo que no sabe y así sucesivamente, y no el equivalente a la palabra inteligencia en el sentido de actividad mental. Que esta consecuencia (conciencia, voluntad) es algo que se siente, que sólo sin autoengañarse puede crecer, pues solo él mismo puede saber ciertas cosas acerca de sí mismo. Que esta se nos muestra sólo por momentos y que despertar a esta conciencia en forma más permanente, es decir, hacerla continua y controlable por medio de esfuerzos y estudios especiales, es la tarea, todo lo cual no es, en medida alguna, apreciable mediante las acciones exteriores. La ilusión, nos dice, de ser conciente de sí mismo, es creada por su memoria y los procesos de su pensamiento. Para mejor entender esto, nos describe cuatro posibles estados de conciencia en el hombre, o mejor, del hombre, a saber; el sueño, la vigilia, la conciencia de sí mismo y la conciencia objetiva.

Luego, respecto a la memoria, a nuestros momentos de memoria, nos dice que en realidad no recordamos mas que nuestros momentos de conciencia, aunque no sepamos que es así, chispazos de esa conciencia continua y controlable que sólo podemos alcanzar luego de comprender que no la alcanzamos en nuestra actual condición y que tenemos o nos hemos creado un sin fin de obstáculos para llegar a ella, siendo el más grande aquel de nuestra ignorancia de nosotros mismos y nuestra ilusoria convicción de conocernos, al menos, en cierta medida y por tanto, poder contar con nosotros mismos.


De los cuatro estados posibles de conciencia, sueño, vigilia, conciencia de sí mismo y conciencia objetiva, nos dice, nos movemos actualmente sólo en las dos primeras y tenemos solo chispazos de la tercera, efímeros recuerdos. Así, para alcanzar más que estos chispazos, más que estos resplandores fugaces, es decir, periodos mas largos de conciencia, ya sea de aquella en el sueño a la vigilia o de esta a la conciencia de sí, no basta con que se produzcan por si solas o solos, sino en suma necesario y fundamental se vuelve la voluntad, un acto de voluntad, dependiendo por tanto este paso al conocimiento de sí mismo, de la voluntad. Conciencia y voluntad serían entonces dos lados de una misma cosa, dos pares de un gran círculo. Aquí es necesario volver a los obstáculos a esta conciencia de sí mismo, de los cuales el fundamental es la falsa convicción de ya poseerla o de que por lo menos se la puede alcanzar en el momento en que se quiera. Una cita,

“Las escuelas existen sólo para quienes las necesitan y que saben que las necesitan”

Un segundo obstáculo radica en la ilusión de poder tener por uno mismo, puesto que por uno mismo no se obtiene nada. Otra cita,

“No podemos conocer la verdad en nuestro actual estado de conciencia, entonces no podemos mentir, es decir, esconder la verdad, pero puesto que fingimos conocer la verdad, sí mentimos”

Pienso en frases de Shakespeare, por un lado, que “la vida es un actor”, que “la vida es una pobre sombra caminando” y luego en el texto leo “el hombre (humano) tal cual es, no es un artículo genuino. Es una imitación de algo y es una pobre imitación”.

Se nos introduce ahora a los términos esencia y personalidad, lo innato y lo adquirido, las cuales no están en equilibrio sino siempre una influyendo a la otra y la otra a la una, las relaciones mutuas de la esencia y la personalidad. Pareciese que lo más normal es que la esencia domine a la personalidad, pero nos dice que deben crecer en forma paralela y ninguna sobrepasar a la otra, pues esto constituiría otro obstáculo a la posible conciencia de sí mismo. Así, nos menciona las condiciones de la vida moderna que favorecen en alto grado el subdesarrollo de la esencia, por ejemplo, el ambiente competitivo, la cultura de la competitividad. En efecto, imaginar es mentirse sí mismo, nos dice, añadiendo dos estados protectores del sueño, es decir, de la ilusión de cuanto creemos saber o conocer; la identificación y la consideración.

Entonces, “como parte del proceso de autoestudio y autoobservación no sólo basta con estudiar y observar el trabajo correcto de los centros, sino también su trabajo incorrecto”. Para entender esto de los centros es necesario volver a la idea del hombre como máquina, la cual funciona respondiendo a influjos externos e internos. Ahora, también debemos agregar los cuatro estados posibles de conciencia y las funciones de esta máquina, las cuales en orden progresivo serían, la función intelectual, la emocional, la instintiva, la motriz, la sexual, la emocional superior, en la cual surge la conciencia de sí mismo, y la fundamental superior en la cual surge la conciencia objetiva, todas las cuales tiene su propio “centro de operaciones”, los cuales funcionan independientemente y también en conexión con los estados posibles de conciencia. Estos centros estarían hechos, además de para cumplir su función, para poder suplir, reemplazar, eso sí, imperfectamente, el trabajo de otro centro, por ejemplo “el centro motor puede imitar en cierta medida el trabajo del centro intelectual, pero sólo puede producir pensamientos muy vagos e inconexos, como podrían ser aquellos de los sueños y ensoñaciones. A su vez, el centro intelectual puede trabajar para el centro motor. El centro instinto puede funcionar en reemplazo del centro emocional, y sólo ocasionalmente el emocional puede trabajar en vez de los demás. A su vez el intelectual puede trabajar en lugar del instintivo, aunque sólo pueda realizar una mínima parte del trabajo”. Ahora, es necesario comprender que siempre este trabajo será imperfecto y que llena prácticamente toda nuestra vida.

Conocer de todo esto es fundamental en el proceso de autoobservación, autoestudio, para continuar en nuestra senda de desarrollo, para con esfuerzo y ayuda ponernos en camino a convertirnos en un ser nuevo. Pero este desarrollo también involucra otras facetas, otros obstáculos, los cuales vendrían dados por ciertas condiciones necesarias, tales como tener presente que el desarrollo sólo se da en forma muy esporádica y precisando, a su vez, de muchas condiciones internas y externas, la oportunidad, el momento justo en que las variables son las precisas. Por ello, que el hombre (humano) comprenda su situación, sus dificultades y posibilidades, tenga un fuerte deseo de salir de su estado actual o un interés muy grande por lo nuevo, por ese estado desconocido que adviene con el cambio, que precise de cierta preparación, de encontrarse exteriormente en buenas condiciones, es decir, un contexto apropiado en que la escuela pueda desarrollarse, no por ejemplo en medio de una agitada urbe, no en Nueva York ni en Las Vegas ni mucho menos en el enrarecido ambiente de Los Balcanes o en una Latinoamérica en constante pugna, no, esta escuela necesitaría de una vida más o menos ordenada, un cierto nivel cultural y de libertad individual, es fundamental.

En la tercera conferencia, y al parecer no por casualidad, casi al final vuelve sobre la memoria, de la cual algo nos había explicado en su relación con la conciencia, chispazos de conciencia. Aquí nos dice que es necesario aprender a considerar a cada centro como una máquina distinta e independiente, un material sensible. Sabemos que todo cuanto nos sucede, todo lo que oímos, vemos, sentimos, aprendemos, queda registrado en alguna parte y que sólo a veces podemos obtener o usar esta información, usar estas impresiones, tanto internas como externas. Este es el punto único con que contamos. Por ende, todos los procesos de nuestro pensamiento, nuestros cálculos, nuestras especulaciones, consisten sólo en comparaciones, en comparar estas impresiones, en releerlas una y otra vez, en intentar relacionarlas, en sus diversas relaciones para luego comprenderlas, no pudiendo pensar en nada nuevo, no pudiendo inventar nada nuevo. Es así que mientras más relaciones entre las impresiones, más tiempo permanecen en la memoria.

Mientras que en las tres primeras conferencias, progresivamente nos va presentando aquellas ideas nuevas que en la introducción nos hace ver no parecemos, no estimamos en su real sentido, no comprendemos, tanto en la cuarta como en la quinta, se dedica a ahondar aún más, tanto en los centros y sus divisiones, como en las emociones que consistirían nada más que en el resultado de procesos anteriores y por tanto no directamente emociones como se las pretende comprender. Finaliza reflexionando o poniéndonos al tanto de la verdadera dimensión, así como durante todo el texto, del concepto comprensión, la cual no sería posible en el actual estado en que nos encontramos, es decir, aún entre el sueño y la vigilia o también llamado conciencia relativa.

Debo consignar que transcribió una sexta conferencia, la cual no he querido reflejar en estas líneas, pues sentí que cuanto se me había mostrado no era del todo auténtico y por tanto, prefiero quedar con esta sensación, al momento de escribir, de conocimiento y ser en crecimiento.

Frankoriel Padilla Gálvez

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